9 de enero de 2011

SANZ, HIZO PARIR EL VOTO NO POSITIVO

Nota de Susana Viau - CC - para Los Andes
El 17 de julio de 2008 el radicalismo y la resolución 125 parieron para las encuestas un inesperado candidato a la presidencia. Para los analistas de paladar negro, en cambio, fueron dos las estrellas que nacieron aquella madrugada. Julio Cobos, vicepresidente de la Nación y presidente del Senado, irrumpió de golpe, demudado y titubeante, gracias al efecto mágico de un “voto no positivo”; el potencial político de Ernesto Sanz, jefe del bloque radical de la Cámara alta y aquel día conductor de la oposición, asomó por detrás de la ingeniería de una sesión que iba a quedar en la historia de “la casa” y significaba la primera gran derrota parlamentaria del kirchnerismo.

Su intervención había sintetizado al milímetro dos necesidades contrapuestas: aguardar hasta que Cobos regresara al recinto para el desempate y, al mismo tiempo, lograr que la votación se llevara a cabo antes de que Carlos Menem desfalleciera en su banca. Recostado en su asiento, Sanz reiteró como una letanía y quizás como una advertencia: “Si me está viendo el Vicepresidente de la Nación, me gustaría que presidiera esta sesión …”; “le voy a hablar al ingeniero Cobos aunque quien esté sentado en la presidencia en este momento sea el doctor Juan Carlos Romero”. Se dirigía a él, dijo, “de mendocino a mendocino”. El mensaje no era sólo una convocatoria; también le recordaba a Cobos que debería hacerse cargo de su decisión ante una patria chica a la que tendría que volver.

Curiosamente, el radicalismo fue el último en advertir que, después de aquella jornada, a su mesa de presidenciables podía sumarse un tercer comensal. Encandilada por el ascenso de Cobos en los sondeos de opinión pública y la performance de Ricardo Alfonsín en los comicios legislativos de 2009 y en la interna partidaria de la provincia de Buenos Aires, la UCR deshojaba margaritas y volvía a sentir a través de esos dos nombres el aroma del poder a la vuelta de la esquina.

Cuando se preguntaba por Sanz, la respuesta de sus armadores era, invariablemente, “es joven. Puede esperar”. No se trataba de una mentira sino de una excusa, una manera de salir del paso sin remitirse a la crudeza de los números: nacido en 1956, Sanz es cinco años menor que Alfonsín y apenas uno menor que Cobos. Pero a diferencia de ellos, no es un nombre surgido de un golpe de popularidad: nunca midió en las encuestas y si bien no representa como “Ricardito” la “cultura” y la retórica del radicalismo, aventaja al Vicepresidente de la Nación en su indiscutible calidad de hombre del partido al que entró joven y donde hizo una carrera lenta y firme.

Más extraño aún resulta que la idea de pelear la interna y postularse a la primera magistratura haya sido alentada por la prensa, pequeños cenáculos de poder y dirigentes de otras corrientes opositoras que creen estar en presencia de un político moderno y brillante al que podrían apoyar sin demasiados prejuicios en una segunda vuelta. “Mejor imposible -opinan desde el Peronismo Federal-. Es el cuadro más importante desde Raúl Alfonsín”. Amplios sectores del Pro ven en él una opción, en caso de que Mauricio Macri resolviera postergar sus ambiciones presidenciales y repetir un segundo mandato en la Capital Federal; Margarita Stolbizer bendijo su decisión porque “mejora la competencia electoral”.

Puede que esa percepción y el adelantamiento de las internas (una jugada inteligente y de la que Sanz es el mayor beneficiario) hayan sido las razones que lo impulsaron a reconocer, a fines de noviembre, que “me puse el short de baño y estoy al borde de la pileta. Hoy no tiene agua. Si mañana tiene, veremos”. Un astuto cuadro del radicalismo sostiene que el todavía presidente de la UCR tiene casi todo aquello de lo que carecen sus contrincantes: método, disciplina y equipo, un déficit que Alfonsín acaba de paliar con la designación de Raúl Borrás (h). “De lo que no sabe se informa. Si se trata de un tema internacional tiene un grupo orgánico que en dos horas le prepara un adelanto y en medio día un informe exhaustivo. De Defensa no sabe nada, pero de Economía entiende mucho más de lo que se cree”.

Cuentan que la de Sanz es una personalidad austera, no le interesan ni las casas importantes ni los aviones privados, un estilo que adjudican a su pertenencia a un pueblo próspero, San Rafael, donde los ricos no se esfuerzan por llevar una vida distinta a la de las clases medias y del que fue intendente después de una campaña trajinada a bordo de una bicicleta. Fuente: Los Andes

No hay comentarios: